Bajo el sol de enero de 1993, un tren se hace chico en el horizonte. Un hombre, parado en el medio de la vía, se lamenta por haber llegado tarde. De golpe, empieza a correr. Es ferroviario, sabe que no alcanza al vagón. Pero también es atleta, sabe que 30 kilómetros no son tantos.
Lo que aún no nadie sabe, es que inspiraría una carrera que ya cumple más de un cuarto de siglo y formaría una leyenda. Justo un año después de desandar el recorrido del tren, un grupo de amigos desafió el mismo camino. Al siguiente verano ya se había organizado una carrera. El “Vasco” Apesteguía hoy tiene casi 85 años y casa enero, ve pasar un malón de locos que quieren emular su hazaña:
correr 30 km bajo un sol impiadoso, sobre una tierra abrasadora y unir dos pueblos.

Agarrate porque vas a tener que mover las patas. 30 kilómetros que largan muy lindos, desde el corazón de Empalme Lobos, un pueblo con un encanto único, salís por un boulevard hermoso, toda la gente te alienta, pero donde pisás la tierra, te esperan rectas eternas de camino rural donde el horizonte se aleja a cada paso. Recién sobre el final de la ida vas a divisar Zapiola, un pueblito de campo que es como el universo, no tiene centro. Ahí también te reciben con la mejor onda, y más vale que la proveches y cargues las pilas, porque te falta la mitad, más cansado, con el sol más alto y la llegada aún muy lejos. Por eso es una carrera solo para 500 elegidos, el circuito de Uniendo Pueblos es único, vení a desafiarlo.